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La esperanza es una de las lecciones que nos dejan las grandes tragedias. La del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya es una de ellas. Porque nos habla sobre cómo la fe puede mover montañas. Y sobre cómo las ganas de salir adelante son más útiles que cualquier motor.

Decidí escribirte sobre esta historia porque hace poco se conmemoró otro aniversario de la caída de este avión. Pero también, porque eso me hizo recordar la historia de los sobrevivientes. Y de lo que ellos nos pueden aportar a hoy a nuestra vida diaria.

Así que empecemos por el principio. El 12 de octubre de 1972, un equipo de rugby uruguayo tomó el vuelo 571. Debían llegar a Chile a jugar un importante partido. Pero las condiciones climáticas no eran buenas.

Aún así, el plan de vuelo continuó. Pero, al parecer, los pilotos no se percataron de que los vientos habían modificado la ruta del avión. Y cruzaron la cordillera de Los Andes por un tramo más alto del que en realidad debían estar cruzando.

La Caída Del Vuelo 571

Con todos los factores en contra, el avión se estrelló contra una cumbre. Lo hizo en un lugar lejano con respecto al que los pilotos habían reportado. En ese momento varios de los ocupantes perdieron la vida.

Los que salieron ilesos conservaron la esperanza. Y empezaron a buscar la mejor forma para sobrevivir. Eran 27. No solo tuvieron que soportar el frío de la cordillera. Sino recuperarse de las heridas que sufrieron. Y de la frustración de saber que se habían suspendido las operaciones para buscarlos.

A lo anterior se sumó una nueva tragedia. Una avalancha de nieve que sepultó a algunos de los sobrevivientes. Quienes quedaron vivos tenían frío, había poco oxígeno y no tenían suficiente comida.

Por eso se vieron obligados a alimentarse con los cuerpos de sus compañeros fallecidos. En esas circunstancias vivieron 72 largos días. Hasta que algunos de ellos, como Roberto Canessa, decidieron ir a buscar ayuda.

Roberto Canessa, sobreviviente, es "maestro en dar esperanza a los demás.

Roberto Canessa, sobreviviente, es «maestro en dar esperanza a los demás.

Los Sobrevivientes Nunca Perdieron La Esperanza

Canessa y sus compañeros no tenían certeza acerca de dónde estaban. Y eso les significó un esfuerzo extra. Pero caminaron sin parar. A pesar del cansancio. Hasta que hallaron a un habitante de la zona al que pudieron contarle la historia.

El hombre les dio comida y se comunicó con la policía. En la montaña, los otros sobrevivientes se enteraron de que iban en su rescate gracias a una rústica radio. Finalmente, llegaron por ellos y se produjo por tandas el anhelado rescate.

El tiempo pasó y los sobrevivientes siguieron con sus vidas. Estudiaron, se casaron, tuvieron hijos. Uno de ellos, Roberto Canessa, se graduó como cardiólogo infantil. Y desde entonces ayuda a los niños que sufren del corazón y a sus padres a superar la adversidad.

Hace algunos años, él escribió el libro “Tenía que sobrevivir”. En él narra toda la historia del viaje. Y de lo que ha sido su vida después del accidente. Es decir, de “la cordillera de la vida”, como él la llama.

Del vuelo 571 a la cardiología

Roberto Canessa, sobreviviente de la tragedia de Los Andes.

Roberto Canessa, sobreviviente de la tragedia de Los Andes.

“Este libro está dedicado a los que sufren, para que sepan que hay esperanzas no sólo cuando se sale de la Cordillera o de una enfermedad, sino de muchas cosas”, ha dicho el médico en varias entrevistas.

Y eso es lo que más valoro de sus enseñanzas. Esa confianza en el poder del ser humano para superar situaciones desastrosas. En la esperanza. Él lo logró. Y ahora se dedica a enseñar a los demás para que también puedan conseguirlo.

Por supuesto, el médico también ha recibido críticas. Sobre todo, por alimentarse de sus compañeros. Pero al respecto menciona que eso no fue lo que los ayudó a él y a los demás a salir de la cordillera.

En una ocasión dijo a un medio: “A mí me dicen, ‘ustedes se salvaron porque se comieron a los muertos’, como si fuera una fórmula mágica: te comés a los muertos y salís de la cordillera. Nosotros nos salvamos porque salimos caminando y encontramos al arriero”.

La Cordillera De La Vida Y La Esperanza

Canessa también ha hablado de otros temas que considero importantes para ti como inversionista. «Hay momentos en la vida en que se te cae el avión”, dice. Y eso me genera muchas preguntas.

Porque nosotros, a veces, no estamos en una situación tan delicada con Canessa y sus amigos. Pero nos ahogamos en un vaso de agua. Perdermos la esperanza. Y a veces sí vivimos situaciones extremas. Y sentimos que se nos cae el avión.

Al respecto, el médico nos dice algo:

“El famoso lema del ‘no aguanto más’ es una sensación espiritual, no una realidad material. Con cada paso en la cordillera uno no aguanta más y, sin embargo, da el siguiente paso. Uno cree que conoce todo de sí mismo y ese es el error. Cuando uno realmente no aguanta más es cuando se muere. Pero la mayoría de los ‘no aguanto más’ son grandes mentiras”.

Ahora, déjame preguntarte algo. Recientemente, ¿cuántas veces has dicho que no aguantas más? ¿Qué algo te queda grande o que no puedes con algo? Cuando te asalten esas dudas, recuerda la historia de Canessa.

Una Lección de Esperanza Nos Da El Avión De Los Andes

No se puede perder la esperanza.

No se puede perder la esperanza.

Para terminar, quiero dejarte una reflexión. A veces solo pensamos en lo que queremos cuando estamos en una situación límite. Y no nos detenemos a hacernos esa pregunta cuando sentimos que tenemos una vida balanceada.

Pero Canessa, no solo nos enseña el valor de tener una vida sencilla. Sino que nos dice que debemos disfrutar cada cosa, asumir riesgos y valorar lo que tenemos. “Mi filosofía de vida es ocho horas de trabajo, ocho de sueño y ocho de crecimiento personal. Por ir a buscar dinero sacrificamos tiempos que no van a volver», asegura él.

¿Qué te pareció esta historia?

  1. Tú, ¿cómo inviertes tu tiempo?
  2. ¿En realidad valoras lo que tienes?
  3. ¿Trabajas con dedicación para conseguir lo que sueñas?
  4. ¿Disfrutas de todo lo que te pase y sacas lo bueno hasta de las peores situaciones?
  5. Cuando “se te cae el avión”, ¿qué haces para seguir adelante?
  6. ¿Te repites la frase «no puedo más»? O ¿no está en tu vocabulario?

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